En 1994, Fidel Castro dio vía libre para que el que lo deseara, pudiera abandonar Cuba. Fueron quince días de libertad en el que más de 50 mil cubanos arriesgaron sus vidas arrojándose a las aguas del mar Caribe en precarias balsas, neumáticos y todo lo que flotara, con un único objetivo: alcanzar las costas de la Península de la Florida. Ante el caos que produjo el éxodo, el permiso finalizó a los 15 días de comenzado.
Los directores catalanes Carles Bosch y Josep Maria Domènech llevaron sus cámaras a la isla antillana para registrar ese inusual y dramático fenómeno. Fue así como entrevistaron a un grupo de siete cubanos en los días previos a su temeraria partida, y luego el seguimiento de sus peripecias ya en territorio norteamericano.
Fue así como en la primera etapa de la investigación, los realizadores logran reflejar con gran belleza narrativa los sueños, anhelos y esperanzas de esas personas que deseaban dejar atrás la persecusión política, la miseria y la falta de libertades en busca de una tierra que prometía un sinfín de posibilidades.
En un segundo momento, la lente encuentra a seis de los siete balseros (una mujer naufragó y debió retornar a la isla) alojados en la Base de Guantánamo, luego de haber sido rescatados por los guardacostas norteamericanos.
Años después, Bosch y Domenech consiguieron ubicar a los seis protagonistas de su historia viviendo en diferentes puntos de los Estados Unidos, donde encontraron destinos diferentes, suerte diversa y ricas historias personales que conmoverán al público.
El documental tiene el gran acierto de relatar vivencias personales, penurias e ilusiones de personas de carne y hueso más allá de posturas ideológicas o problemáticas políticas. Ilustra con sensible sencillez el drama de la búsqueda de una vida mejor, del desarraigo, la nostalgia por la patria y las dificultades de asimilación a una cultura y una forma de vida desconocidas y extrañas.
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Candidata al Oscar como mejor documental
Este Documental retrata con detalle y sensibilidad su evolución, su vida en Estados Unidos o su permanencia en Cuba. La suya es la historia de algunos de los verdaderos supervivientes de nuestro tiempo, la aventura humana de unos naúfragos entre dos mundos, un mundo real o verdadero y el otro totalmente subrealista que muestra la realidad del pueblo cubano que solo se puede entender si alguna vez se vivió.
Balseros, fue galardonado con un Premio Emmy a la Mejor Fotografía en la categoría de Noticias y Documentales, en la edición 57 de los Premios Emmy de la televisión de Estados Unidos, informó el diario español El País.
"Competíamos con National Geographic y Discovery Channel, entre otros, y nunca pensamos que nos lo llevaríamos", afirmó Domènech, responsable de la fotografía del documental, que nació en el programa 30 minutos de TV-3. Y a continuación enfatizó:
"Es increíble que nos hayan dado precisamente el premio a la fotografía porque cuando comenzamos, hace más de diez años, el principal problema fue precisamente la imágen. Alquilamos una cámara en Cuba que tenía muchos problemas técnicos pero conseguimos transformar sus defectos en virtudes y la tonalidad mortecina de las imágenes, al final, resultó ser un plus".
Balseros, fue galardonado con un Premio Emmy a la Mejor Fotografía en la categoría de Noticias y Documentales, en la edición 57 de los Premios Emmy de la televisión de Estados Unidos, informó el diario español El País.
"Competíamos con National Geographic y Discovery Channel, entre otros, y nunca pensamos que nos lo llevaríamos", afirmó Domènech, responsable de la fotografía del documental, que nació en el programa 30 minutos de TV-3. Y a continuación enfatizó:
"Es increíble que nos hayan dado precisamente el premio a la fotografía porque cuando comenzamos, hace más de diez años, el principal problema fue precisamente la imágen. Alquilamos una cámara en Cuba que tenía muchos problemas técnicos pero conseguimos transformar sus defectos en virtudes y la tonalidad mortecina de las imágenes, al final, resultó ser un plus".
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Una de las críticas más sobresalientes sobre el documental Balseros, corre a cargo del escritor, arquitecto y profesor uruguayo Jorge Majfud de la Universidad de Jacksonville y cito textualmente:
"Cuando el contexto es Cuba el texto está debajo de un lente político que nos reclama una definición del mismo género. Esta exigencia implícita es producto de una deformación que ha producido la historia maniqueísta de los últimos cincuenta años. Consecuentemente, las producciones cinematográficas han respondido a esta simplificación política tomando posición según los únicos lugares disponibles: de este lado o del otro. Cuando miramos una película cubana generalmente no podemos abstraernos de esta exigencia. Desde el comienzo nos interrogamos sobre la posición de su productor: ¿Desde qué punto de vista ideológico está narrando la película? Sabemos que este punto de vista será (1) a favor del régimen comunista, (2) en contra del régimen comunista o (3) de forma relativa, a favor y en contra de ambos. Esto, que parece una tautología, no lo es: en cualquier caso, el factor político permanece omnipresente y exige un juicio".
"Entiendo que Balseros tiene un raro mérito: ¿cómo hacer una película sobre Cuba, sobre la problemática social y política de Cuba sin tomar partido? Pero aún más: ¿cómo hacer una película sobre el problema político de Cuba sin que el elemento político se transforme en el tema de fondo? Balseros parece haberlo logrado poniendo el drama humano en el centro, de tal forma que nos impida definir la posición política de sus realizadores. Si al comienzo los espectadores anticastrista se congratularon con las imágenes de la miseria comunista que justificaba la aventura del balsero y el aparente “sueño americano” realizado en la segunda mitad del film, todo eso entra rápidamente en cuestión y un fantasma inefable cruza muchas de las historias: el esfuerzo los ha llevado de la miseria comunista a la miseria consumista. El drama de la complejidad humana comienza a desplazar al drama político. Los exiliados no son representados tanto como gente obligada a abandonar el país por la fuerza sino gente que lo abandona para realizar sueños materiales que en ocasiones logran (con modestia) y en otras ocasiones no. Luego de varios años de penurias en Estados Unidos el «sueño americano» no se destruye, ya que nunca fue una simple esperanza sino un mito. Y los mitos no se destruyen con una realidad personal. Sin embargo se advierte la paradoja del nuevo sistema: para darle a la familia de Cuba todo lo que quieren (o necesitan) es necesario antes olvidarse de ellos. Como dice uno de los personajes consejeros, para ayudar a los demás antes tienes que estar bien tú. Pero ese “estar bien” nunca llega y la lucha por la sobrevivencia se transforma en un olvido del propósito declarado originalmente. Por otra parte, la libertad tiene un precio; casi siempre pasa por los clérigos del capitalismo: los abogados, los cuales no son accesibles a los balseros y a los trabajadores de servicios insuficientemente remunerados".
"La carencia de libertad de expresión aparece mencionada como un problema, pero en ningún momento se dramatiza como se hace con la pobreza. Por el contrario, las fiestas públicas de la construcción de las balsas parecerían indicar un folklore promovido por algún ministerio de turismo. Lo cual en parte es lógico. La película está destinada a un público consumista para el cual la «libertad de expresión» no es central; lo central es el «poder adquisitivo». Ninguno de los balseros es un intelectual, alguno de esos escritores que andan escondiéndose en la isla, algún idealista rebelde o algún artista que ha sido liberado por alguna circunstancia. Los balseros de Balseros no son refugiados de conciencia sino refugiados capitalistas: todos quieren “progresar”, tener “una casa, un carro y una mujer” o “darle a la niña lo que me pida”. La frase pintada en un bote «en Dios confiamos» representa la promesa de prosperidad material de Estados Unidos; no a Dios, porque en cubano se lo llama de cualquier otra forma. También la letra de la rumba que lo acompaña: «que sea lo que Dios quiera» no refiere a Dios sino a la suerte, a la fortuna (americana) que estas personas-personajes tratarán de realizad en Miami, en el Bronx, Nueva York, en Grand Isle, Nebraska y en Albuquerque, Nuevo México. Kaminski cita a Coper: “If it’s about ambition, we were all born in the wrong country”.
"Balseros pertenece al género documental; es testimonial y es “reality show”. Es decir, es la síntesis de una tradición y una novedad de la televisión de los años noventa. La voz en off narrando la historia que es expuesta en imágenes es una constante en otras películas cubanas. A veces esa voz es personal; otras veces es una forma de voz de la conciencia, un monólogo interior. Como en las películas anteriores, la intertextualidad de otros medios de comunicación (especialmente la televisión) contextualizar el texto y completan su narración. En Memorias del subdesarrollo aparecían Fidel Castro y Kennedy; en Balseros aparece Fidel Castro y Bill Clinton. En todas las demás aparece Fidel Castro. Otro elemento que subraya el estilo testimonial es la elección de cinco personas que narran su aventura en las balsas (Rafael Cano, Oscar del Valle, Mérycis, Míriam…) de tal forma que al comienzo nos hacen dudar si son actores profesionales o personas comunes que recrean sus propias vidas. Otro son las entrevistas, como el de aquellos a quienes les son denegadas las visas por parte de Estados Unidos, lo cual tiene una lectura real y directa: los balseros son producto de una política administrativa de ambos lados. Todo eso apoyado por la insistencia de fechas concretas, con día y hora marcadas en la pantalla como se marcan los hechos de una investigación sobre esa ficción colectiva que todos llamamos realidad. Todo lo cual está confirmado por el uso de rostros conocidos en la televisión hispana en Estados Unidos, de programas “reales” y de abogados que realmente son abogados".
"Entiendo que Balseros tiene un raro mérito: ¿cómo hacer una película sobre Cuba, sobre la problemática social y política de Cuba sin tomar partido? Pero aún más: ¿cómo hacer una película sobre el problema político de Cuba sin que el elemento político se transforme en el tema de fondo? Balseros parece haberlo logrado poniendo el drama humano en el centro, de tal forma que nos impida definir la posición política de sus realizadores. Si al comienzo los espectadores anticastrista se congratularon con las imágenes de la miseria comunista que justificaba la aventura del balsero y el aparente “sueño americano” realizado en la segunda mitad del film, todo eso entra rápidamente en cuestión y un fantasma inefable cruza muchas de las historias: el esfuerzo los ha llevado de la miseria comunista a la miseria consumista. El drama de la complejidad humana comienza a desplazar al drama político. Los exiliados no son representados tanto como gente obligada a abandonar el país por la fuerza sino gente que lo abandona para realizar sueños materiales que en ocasiones logran (con modestia) y en otras ocasiones no. Luego de varios años de penurias en Estados Unidos el «sueño americano» no se destruye, ya que nunca fue una simple esperanza sino un mito. Y los mitos no se destruyen con una realidad personal. Sin embargo se advierte la paradoja del nuevo sistema: para darle a la familia de Cuba todo lo que quieren (o necesitan) es necesario antes olvidarse de ellos. Como dice uno de los personajes consejeros, para ayudar a los demás antes tienes que estar bien tú. Pero ese “estar bien” nunca llega y la lucha por la sobrevivencia se transforma en un olvido del propósito declarado originalmente. Por otra parte, la libertad tiene un precio; casi siempre pasa por los clérigos del capitalismo: los abogados, los cuales no son accesibles a los balseros y a los trabajadores de servicios insuficientemente remunerados".
"La carencia de libertad de expresión aparece mencionada como un problema, pero en ningún momento se dramatiza como se hace con la pobreza. Por el contrario, las fiestas públicas de la construcción de las balsas parecerían indicar un folklore promovido por algún ministerio de turismo. Lo cual en parte es lógico. La película está destinada a un público consumista para el cual la «libertad de expresión» no es central; lo central es el «poder adquisitivo». Ninguno de los balseros es un intelectual, alguno de esos escritores que andan escondiéndose en la isla, algún idealista rebelde o algún artista que ha sido liberado por alguna circunstancia. Los balseros de Balseros no son refugiados de conciencia sino refugiados capitalistas: todos quieren “progresar”, tener “una casa, un carro y una mujer” o “darle a la niña lo que me pida”. La frase pintada en un bote «en Dios confiamos» representa la promesa de prosperidad material de Estados Unidos; no a Dios, porque en cubano se lo llama de cualquier otra forma. También la letra de la rumba que lo acompaña: «que sea lo que Dios quiera» no refiere a Dios sino a la suerte, a la fortuna (americana) que estas personas-personajes tratarán de realizad en Miami, en el Bronx, Nueva York, en Grand Isle, Nebraska y en Albuquerque, Nuevo México. Kaminski cita a Coper: “If it’s about ambition, we were all born in the wrong country”.
"Balseros pertenece al género documental; es testimonial y es “reality show”. Es decir, es la síntesis de una tradición y una novedad de la televisión de los años noventa. La voz en off narrando la historia que es expuesta en imágenes es una constante en otras películas cubanas. A veces esa voz es personal; otras veces es una forma de voz de la conciencia, un monólogo interior. Como en las películas anteriores, la intertextualidad de otros medios de comunicación (especialmente la televisión) contextualizar el texto y completan su narración. En Memorias del subdesarrollo aparecían Fidel Castro y Kennedy; en Balseros aparece Fidel Castro y Bill Clinton. En todas las demás aparece Fidel Castro. Otro elemento que subraya el estilo testimonial es la elección de cinco personas que narran su aventura en las balsas (Rafael Cano, Oscar del Valle, Mérycis, Míriam…) de tal forma que al comienzo nos hacen dudar si son actores profesionales o personas comunes que recrean sus propias vidas. Otro son las entrevistas, como el de aquellos a quienes les son denegadas las visas por parte de Estados Unidos, lo cual tiene una lectura real y directa: los balseros son producto de una política administrativa de ambos lados. Todo eso apoyado por la insistencia de fechas concretas, con día y hora marcadas en la pantalla como se marcan los hechos de una investigación sobre esa ficción colectiva que todos llamamos realidad. Todo lo cual está confirmado por el uso de rostros conocidos en la televisión hispana en Estados Unidos, de programas “reales” y de abogados que realmente son abogados".
Ficha Técnica
Título original: Balseros
Género: Documental
Año: 2002
Duración: 120 min.
País: España - Cuba
Dirección: Carles Bosch, Josep Maria Doménech
Guión: Carles Bosch, Josep Maria Doménech, David Trueba
Música: Lucrecia
Fotografía: Josep Maria Doménech
Reparto
(personajes reales)
Productora
Bausan Films / Buenavida Producciones / Televisió de Catalunya (TV3)
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Nota: Por razones obvias, censuramos algunas fotos inéditas que conservamos de aquella ocasión por considerarlas "NO apropiadas" para su publicación y así evitar
herir la sensibilidad de muchos compatriotas.