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Fátima o el Parque de la Fraternidad



"El Travestismo en Cuba"

Según Ariela Aquique de Havana Times, la cinematografía de ficción cubana ha contado episodios de burgueses anulados por su soberbia (Los sobrevivientes-1978), un joven alfabetizador (El brigadista-1977), un pelotero (En tres y dos-1985), hasta una adivinadora (Las profecías de Amanda-1999). ¿Por qué no entonces, contar la historia de un travesti?

Puede que sea solo esa la motivación que tuvo Jorge Perugorría al filmar Fátima o El Parque de la Fraternidad, película estrenada en el pasado Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana 2014.

Basada en un cuento de Miguel Barnet, la fábula cronológica de la película va de introspectiva a retrospectiva y viceversa, dándonos retazos de la vida de Fátima. Quedan estampadas una vez más, escenas de La Habana del 20… El parque de la Fraternidad, céntrico vergel citadino, es sitio de encuentro de homosexuales, “buscadores de experiencias”, proxenetas, turistas y travestis. Fue ese el lugar donde hizo su primera parada Manolito cuando llegó a la capital desde Madruga, huyendo de los maltratos de sus padres y de la monotonía del campo, donde además ya había tenido aventuras sexuales con casi toda la población masculina del arrabal.

Gente buena y gente mala encontró en su camino. Sorteando adversidades empezó a trabajar como técnico en un centro de computación y su vida transcurría sin grandes conflictos hasta que conoció a Andrés, el amante inescrupuloso que lo convence de que prostituirse vestido de mujer sería una eficaz fuente de ingresos económicos.

Así el joven Manolito se convertirá en Fátima y alternado el meretricio travestido y el de diva de espectáculo en cabaretucho de tercera, podrá sustentar el buen nivel de vida de su marchante, llevarle regalitos a su madre y poder comer carne con frecuencia.


La película no es más que eso, e infiero que tampoco tenía otras pretensiones. Se suma a la ya considerable lista de filmes nacionales de las últimas décadas resultados crónicas de una sociedad en crisis que muestra las diferencias sociales, el deseo de abandonar el país, la prostitución, el hambre… y otros demonios.

Esta a su vez integra otro catálogo, el de las películas cubanas que abordan la temática gay, que comenzó en 1993 con Fresa y Chocolate y la que han sucedido El viajero inmóvil, 2008, Casa vieja, 2010, y Fábula, 2011, cuyas dramaturgias tocan el asunto con discreción. O cintas bien comprometidas con el tópico como Chamaco, 2011, Verde-verde, 2012, La partida, 2013 o más recientemente Vestido de novia, 2014.

Pese a su buen elenco: Tomás Caos (en Andrés), Broselianda Hernández (en la madre), Néstor Jiménez (en el padre), Mirta Ibarra (en Olena) Mario Guerra (en Vega) y Jazz Vila y Cucú Diamantes (en las travestis jineteras), todos se convierten en una suerte de personajes episódicos para que lo más notable del desempeño actoral sea el de Carlos Enrique Almirante, quien hace una dignísima interpretación en el rol protagónico.

Fátima o El Parque de la fraternidad, no quiere ser una película intrépida. Solo cuenta una historia, un drama personal. Es una cinta que no será de las inolvidables del cine cubano, sin embargo debe ser vista por los espectadores que esperan impacientes su estreno en los cines; o que como yo, ya pudieron ver una mala copia pirateada en el clandestino mundo del tráfico de audiovisuales en memorias flash.

Dirección
(Jorge Perugorría)


La colega Adriana Zamora comentaba que la proyección en el cine 'Chaplin' estuvo precedida por unas palabras del director de la película Jorge Perugorría, quien agradeció al ICAIC, al Festival y a todo el equipo de realización. Luego, Carlos Enrique Almirante, el protagonista, dedicó su actuación a su padre, el actor Enrique Almirante. Estas palabras conmovieron a un auditorio de colegas, pues fue escaso el público no acreditado que alcanzó a entrar en la sala.

Ver la película despejó mis dudas. El guión de Fidel Antonio Orta, la dirección de Perugorría y, sobre todo, la actuación de Carlos Enrique Almirante, entregaron al público cubano una Fátima más humana, cercana y hasta entrañable.

El texto de Fidel Antonio Orta no pudo prescindir de la narración en off de Fátima, ni de los soliloquios de esta frente a la foto del amante ausente. Era de esperar, dado que el cuento de Barnet tiene demasiadas divagaciones y convertirlas en acción dramática era una tarea titánica de la que Orta salió bastante bien parado, pese a todo.

La dirección de Perugorría apostó por la naturalidad y por la importancia de algunos detalles que dieron vida y veracidad a la obra. Detalles de caracterización, como el póster de Rosita Fornés en la pared de Fátima o las chancletas rojas con floripondio que usa para irse a bañar al aseo comunitario. Detalles de ambiente como el telón de fondo del bar de travestis La Potajera de Bejucal, hecho con pomos plásticos de litro y medio. Detalles que dicen más que los parlamentos, como cuando Manolito (Fátima) le anuncia a su amiga La Gorda que decidió dedicarse a la prostitución y mientras lo dice, tras el buró donde ella trabaja se lee un cartel de esos tan comunes en la propaganda revolucionaria: "Creemos en el futuro".

Las escenas de sexo son otro punto que llama la atención en el guión y la dirección de la película. Pudiera parecer que no las hay, pero sí. Lo que ocurre es que, besos apasionados aparte, las imágenes de sexo son sustituidas por escenas con gran carga de erotismo. ¿Qué podría ser más sexual que dos jóvenes semidesnudos cabalgando sobre el lomo de un mismo caballo? ¿O que dos hombres bailando a solas una rumba donde uno vacuna al otro?

Carlos Enrique Almirante en su caracterización de Fátima, siguió la misma línea de naturalidad planteada por el director. Es muy común en Cuba escuchar a la gente decir, refiriéndose a un travesti: "Quiere ser tan femenino que es más mujer que las mujeres". La Fátima de Almirante está alejada de esa línea que se asocia con el estereotipo del travesti, exagerado y hasta grotesco. Fátima no es un hombre imitando a una mujer, es una mujer que nació por error dentro del cuerpo de un hombre. Cuando habla por teléfono, cuando conversa con su amiga en el balcón, cuando se pone crema en la cara, la Fátima de Almirante es femenina, sin necesidad de estridencias. Sigue siendo devota, obsesionada con las monjas y los ángeles, admiradora de Lady Di, enamorada hasta la muerte de un hombre que la prostituye en su beneficio y aún fuera del país sigue explotándola. Sin embargo, la Fátima de Almirante y Perugorría es sensible donde la de Barnet podría ser sensiblera.

La película cuenta con otras interpretaciones de lujo: Broselianda Hernández es la madre de Manolito­-Fátima, una mujer amorosa y sencilla, abusada por su marido y defensora de su hijo. Es tan simple que, teniendo dinero para comer, solo sueña con carne de puerco y congrí. "¡Aceitunas!", dice extrañada. "Mousse de chocolate... ¿qué es eso?". Néstor Jiménez, también está brillante en su papel del padre alcohólico, homofóbico y violento.  Tomás Cao interpreta a Vaselina, el amante y chulo que usa a Fátima y mantienen una relación apasionada y contradictoria.  Mirtha Ibarra es La Gorda, amiga de Fátima, que representa el mejunje que es la espiritualidad criolla. "Si nos vamos a quedar en este país hay que meterle a todo", declara.

Bien las amigas travestis de Fátima, interpretadas por Cucú Diamantes y Jazz Vilá, personajes llenos de simpatía. Pequeño, pero contundente, el personaje del camionero de Patricio Wood, una representación del prejuicioso hombre cubano que disfruta el cuerpo de Fátima, pero le aterra que alguien se pueda enterar de su "desliz". Un hombre que pasa de la frase "No hay miedo" a "Yo nunca había hecho esto" con una naturalidad que espanta.

En el caso del piloto interpretado por René de la Cruz Jr., nos enteramos de que es valenciano porque lo dice la voz en off, pues las "zetas" que le parecen tan simpáticas a Fátima el actor nunca las pronuncia.

No se puede pasar por alto las situaciones que son, en esta película, una crítica implícita a la sociedad homofóbica que vivimos. Que un jefe tenga que "convencer" a sus empleados de que un profesional perfectamente calificado y homosexual tiene derecho a trabajar en una empresa, habla de la discriminación social. También está el padre, que pega a su hijo y le exige: "Baja la manito y coge la cuchara como un hombre". La frecuencia con que los travestis tienen que prostituirse para sobrevivir o mejorar su situación económica queda clara en la frase de Fátima: "Homosexual, travesti y jinetera... La Santísima Trinidad". Se deja ver también la impunidad de la policía para "cargar" a estas prostitutas para la estación, en una nombrada Operación Pluma.

Una crítica fuerte y dolorosa por su recurrencia en nuestra sociedad es la que atañe a la doble moral, representada por el personaje del camionero: Esos hombres que se presentan a sí mismos como "machos heterosexuales" y, al tener sexo con un homosexual, comienzan por justificarse diciendo que fue su primera vez, para terminar con amenazas tan fuertes como: "Cuidadito con conocerme por ahí si no quieres conocer el peso de mi camión".

Fátima o el Parque de la Fraternidad  resulta una película interesante, que logra sacar partido favorable de un texto literario, de magníficos actores, de una banda sonora producida por Ernán López-Nussa y de una visualidad presidida por una Habana en ruinas que sigue siendo hermosa a pesar de todo. Esta versión cinematográfica desempolvó un personaje y una historia que podía haberse quedado en aquel cuento demasiado largo, pero no fue así. De manera que puede decirse sin problemas: Bienvenida de regreso, Fátima.

Galería de Fotos








Ficha Técnica

Título: Fátima o el Parque de la Fraternidad
Año: 2014
Género: Drama Social
Dirección: Jorge Perugorría
Producción: Francisco Alvarez
Fotografía: Ernesto Granado
Guión: Miguel Barnet y Fidel Antonio Orta
Música: Ernán López-Nussa

Elenco
Broselianda Hernández
Carlos Enrique Almirante
Mirtha Ibarra
Néstor Jiménez
Cucú Diamantes
Jazz Vilá
Tomás Cao

Productoras
ICAIC
NMP


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2015